
En el imaginario de la afición el toro de Murube es un animal de pelo negro, perfil acarnerado y pitones abrochados, que se distingue por su clase y nobleza. Pero ese toro en realidad lo creó ese gran ganadero que fue Antonio Urquijo. Atanasio, Domecq y Núñez también descienden de Murube y poco tienen que ver con el toro de Urquijo, que llegó a su máximo esplendor en los años cincuenta y sesenta del siglo XX.
Félix Cameno, gran amigo de los Urquijo, tuvo dos ganaderías de esta sangre. La primera fue a parar a Luis Albarrán, y la segunda es la ganadería que hoy nos ocupa. Después de haber obtenido el premio a la corrida más brava del San Isidro de 1981, Cameno vendió la ganadería dos años después a los Hermanos Lozano, que a su vez la vendieron en dos partes. Una parte marchó a Colombia al ser comprada por el rejoneador colombiano Dayro Chica y la otra parte llegó al Campo Charro en 1986.
José Manuel Sánchez y Pilar Majeroni Sánchez Cobaleda llevaron a los encinares salmantinos unos urquijos de enorme calidad. Este matrimonio además de lo de Urquijo, tenía otras ganaderías de sangre Santa Coloma, Atanasio y la clásica de la casa, de encaste Vega Villar. Siempre tuvieron el objetivo de lidiar los urquijos en corridas de a pie, y no en corridas de rejones, festejos a los que han sido destinados prácticamente todos los urquijos en los últimos cuarenta años.
La ganadería de Urquijo se anunció como “Castillejo de Huebra” y siempre se ha distinguido como muy brava y de gran clase. Podemos decir que ahora mismo es la ganadería más enrazada del encaste y la única que lidia siempre en festejos de a pie. En estos últimos años bajo la dirección de María José Sánchez Majeroni, la ganadería está dando un gran juego. Por eso supone un acierto que esté presente en esta final del certamen de novilladas con picadores de Castilla y León. El alegre galope de los urquijos de Castillejo, propiciarán una tarde de triunfo a nuestros novilleros.