José Enrique Fraile de Valdefresno, la romántica fidelidad a un encaste

Independizados Juan Luis (en la finca de Cojos con sus toros de procedencia Graciliano) y Moisés (en las mismas tierras de El Puerto de la Calderilla, pero ya en partes diferenciadas, con las reses adquiridas a Pepe Raboso para formar la nueva ganadería de El Pilar); Lorenzo y Nicolás Fraile siguieron en la finca madre de la familia en los años 80 criando los toros de Puerto de San Lorenzo, de encaste Atanasio-Lisardo. Así, hasta que en 1992 la dividieron en dos: el primero se mantuvo en las extensiones de Tamames, mientras que Nicolás Fraile Martín se marchó con la mitad de aquellos productos a Valdefresno, en Tabera de Abajo, en pleno corazón del Campo Charro, donde inició ya un camino de manera independiente que desemboca en nuestros días. Aunque ya solo con una de las dos mitades en las que se dividió aquella ganadería, porque en 2020 los dos hijos de Nicolás Fraile Martín, Nicolás y José Enrique Fraile Mazas decidieron partir en lotes iguales la vacada y los predios familiares.

Nicolás Fraile se fue con la mitad de la ganadería a Tello Sancho, manteniendo el hierro de Valdefresno y su nombre en los carteles; mientras que José Enrique Fraile se quedó en la finca originaria de Valdefresno conservando el que hasta entonces había sido el segundo hierro de la casa, el primitivo de Juan Luis Fraile Valle, (creado en 1996 y formado con vacas y sementales de Valdefresno) con el que habían lidiado antes los dos hermanos juntos, bajo el nombre de Hermanos Fraile Mazas.

José Enrique Fraile de Valdefresno mantiene el origen de la ganadería intacto. Reses de Atanasio Fernández y Lisardo Sánchez. Origen que tuvo su último refresco en pureza en 2010 cuando compraron cuarenta vacas viejas y el semental “Cardilisto-1” a Javier Pérez-Tabernero al fulminar éste definitivamente su apuesta por el bravo. Esta última parte que se había reservado era lo mejor del origen Atanasio y a los hermanos Fraile Mazas les permitió refrescar esa rama y recuperar familias de esta misma sangre que ya no tenían. Hoy, José Enrique Fraile se mantiene fiel al encaste y, además de su hermano con Valdefresno y sus primos de Puerto de San Lorenzo, son los grandes referentes del toro de esta procedencia no solo en el Campo Charro sino en toda la cabaña brava española como poseedores de un legado incuestionable y una sangre con apenas presencia dentro de la cabaña brava.

El de José Enrique Fraile de Valdefresno es un toro muy serio, con mucho cuajo, hondo, con un trapío muy marcado, con las características propias de las dos líneas originales de las que absorbe sus particularidades propias. Conservan las dos procedencias. Por un lado, la de Lisardo Sánchez, que aporta toros más gruesos de extremidades; dándose animales carifoscos, astracanados, con mucha papada y badana, con mayor desarrollo de la cornamenta, con abundancia de animales acapachados, de menor alzada y muy bajos de hechuras. Y por otro, los de origen Atanasio Fernández: reses más altas de agujas, con gran desarrollo del tercio anterior, dándose los tipos aleonados, ensillados, plantados de atrás y de delante, zanquilargos. Suelen ser badanudos y de gran papada; con el morrillo poco desarrollado, buena encornadura con característicos veletos y astiblancos.

José Enrique Fraile de Valdefresno mantiene la romántica esencia de un toro con identidad propia dentro de la fidelidad a un encaste. Un toro diferente al resto. Un animal con un comportamiento también particular y distinto en la plaza. Suelen ser abantos y distraídos de salida y van entrando en calor y efervescencia a medida que se desarrolla la lidia. Toros propios para saber esperar y pulsar sus claves en los momentos oportunos. Consintiéndoles y dejándoles al principio, pudiéndoles poco a poco pero sin que se enteren hasta el momento concreto de apretarles para extraer el fondo de bravura de su depósito. María Fraile, nieta del inolvidable y gran Nicolás Fraile (fallecido en enero de 2014), da continuidad a esa misma filosofía de la bravura con la misma manera de actuar y pensar en la cría del toro bravo, inculcada por su abuelo y su padre, con quien ya trabaja codo con codo, convertida ya en la tercera generación de ganaderos de la casa.

Con Nicolás Fraile Martín aún en vida, se lidió el 1 de agosto de 2010 en la Monumental de Barcelona el toro Rayito, nº93, negro, de 535 kilos. Cayó en manos de Miguel Tendero y el toro se ganó la vida en esa Monumental apenas cuatro días después de que se aprobara la prohibición taurina en Cataluña. Se convirtió en uno de los estandartes en pleno debate sobre el toreo. Rayito cubrió vacas hasta el verano de 2017 cuando a los 17 años murió de viejo en la finca de Valdefresno. Hoy su cabeza se mantiene disecada en el palco de su plaza de tientas, como uno de los nombres propios de esta ganadería y fiel recuerdo a un toro bravo. También como uno de los emblemas por la continuidad y defensa de los valores de una tauromaquia que no sabe de fronteras ni de partidos políticos y que a su vez es orgullo, fuente de economía, riqueza e historia del pueblo español. 

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