A Emperador le ha faltado ese puntito de llegar con más continuidad a la ligazón en la segunda parte de la muleta, pero cuando la tomaba hacía el avión. Bravo, clase y nobleza le caracterizaron. Se empleó como el que más y sangró mucho, con dos buenos puyazos. Un novillo serio en cada uno de los tercios. Quitando ese puntito, su condición hasta su muerte fue de bravo.
Sergio Rodríguez entendió muy bien esa embestida al ralentí que requería temple y conocimiento. Le dio sus tiempos. Lo lució y se lució en torería y buenas formas. Encontraron armonía y, si hubiese tenido ese plus de trasmisión y empuje, estaríamos ante un momento excepcional.
Satisfechos como ganaderos y agradecidos a la Fundación Toro de Lidia, a la Junta de Castilla y León y a todos los que han apostado por la promoción de novilleros que han podido competir y disfrutar del toreo en estos momentos que tan caro se venden la verdad y los valores.